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Toca escapada a Pinilla, en un sábado oscuro y lluvioso del mes de noviembre, y desde la lejanía nos sorprende la visión de un remozado tejado en la ermita, con su veleta erguida y un cargadero de robusta madera. Nos acercamos, y lo cierto es que se ha realizado una obra seria y adecuada, dejando sin efecto la evidente chapuza anterior, reparando con solvencia grietas y reforzando muros y contrafuertes. La obra, acometida gracias a la iniciativa de nuestro alcalde pedáneo, contó, según nos indican, con el beneplácito y autorización de los órganos competentes de la jerarquía eclesiástica. Todavía está pendiente de colocar la puerta de hierro forjado, y habrá que limpiar y adecentar el entorno, con lo que en cuanto el tiempo sea propicio se procederá a la bendición de la ermita, sugiriendo que en el entorno, y en el lugar en el que se vislumbran los troncos muertos que en su día fueron olmos de espléndida copa, seamos capaces de plantar otros ejemplares de olmos resistentes a la grafiosis, que todo será signo de que, aunque con cierta lentitud, somos bastantes los que queremos que el pueblo no muera de descuido y abandono.
J.D.N |