HA MUERTO JULIO LAZARO

 
 

Noviembre 2011



 

 

 Llego a casa, por la noche, tras una reunión de trabajo, y mi mujer me comenta que Julio Lázaro ha muerto. Me vienen en tropel recuerdos de nuestros encuentros en Soria y en Pinilla, y enseguida me lanzo sobre los rimeros de poesías que en estos años me iba enviando.

Reflejo sus últimos versos, de fecha 30 de Mayo del 2011, y la inspiración le vino a Julio al encontrarse con el “milagro” de la nueva Virgen que ha surgido en el camino del la Fuente.

 

Querida Virgen con tu nombre “Mirambueno”,
me alegra muchísimo tu reaparición,
Y como nuestros mayores eran tan buenos,
Queremos conservarles tu admiración.

Que Dios bendiga a las personas que crean,
que con su ejemplo han estimulado esta gestión,
para que muchos caminantes cuando pasen vean,
que Pinilla del Olmo sigue fiel a tu veneración.

Según nos dice la encuesta,
el milagro aquí ocurrió,
que en esta pendiente cuesta,
el cántaro no se rompió.

Y el litigio con Pinilla,
perdió el pleito Villasayas.
Y cuéntalo sin rencillas,
por donde quiera que vayas.

       
    De Julio guardo y guardaré en mi memoria tantas y tantas historias de Pinilla que me contó, de su batalla por los baldíos, de fiestas y malquerencias, episodios de la guerra, de sus aventuras con su cuñado El Aviador y su máquina de fabricar tallarines y fideos, de sus gestiones como alcalde y de la traida de la electricidad al pueblo, y otras muchas anécdotas de aquellos tiempos en los que Pinilla era pueblo de verdad, con su secretario y su herrero, su cura fijo, y su escuela para niños y niñas.

   Un día me pidió le prologase su libro de versos titulado “Memorias Poéticas”,  que ningún amigo o conocido pudo resistirse a comprarlo. Julio constituyó para mí una fuente de pistas, al tiempo que me ilustraba con su filosofía de la vida, que supo disfrutar distinguiendo perfectamente mejor entra un vino de reserva que otro peleón,  y que resulta más conveniente y salutífero el jamón ibérico que el corriente, sin ocultar nunca sus preferencias por el trabajo burocrático y “al resguardo” que las labores con campos y ganado. Si algún día tengo tiempo y ganas, tal vez me extienda sobre esa intrahistoria de Pinilla que me transmitió Julio.


Con sus “Memorias poéticas”, publicadas ya cumplidos los noventa años, cumplió Julio su antojo de ver plasmado en  letra impresa su popurrí de prosas y versos, y fue un buen motivo para reunir en el Casino de la Amistad a amigos de distinta condición y suerte,  acto que organizó en los espacios de ese casino en el que ejerció durante veinte años como conserje de amplio espectro.  En el prólogo me tocaba contar que  Julio era ya el último de los alumnos de la fila de arriba que aparecen en el retrato del curso 1929- 1930, en torno al maestro, que era mi abuelo Santiago. Julio, en la foto que hoy remiro,  lleva reloj con cadenilla, y sabía ya que se le acababa el tiempo de escolante y empezaba el momento de la verdad. A partir de ahí, se hizo mozo, ejerció de monaguillo,  vino la República y luego la guerra, y escaqueándose como pudo de pegar tiros en el frente, pasó el hombre la peripecia bélica repartiendo pan entre los soldados, hasta que llegó la paz y  la escasez. Cuando tocó estampida del campo, Julio dejó el arado romano y recaló en la capital, y al poco desarrollaba con diligencia su cometido como empleado del casino. Soria, destino final, ha ocupado su tiempo e inspiraciones, si bien se escapaba cuando podía hasta Pinilla, y no faltaban sus coplas en todo festejo y oportunidad.
 
Trasladamos nuestras condolencias a Bene, y a sus hijos Javier y Pepe.

                                                                                                               J.D.N

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