4 octubre de 2009. Pulsando sobre las imágenes, se
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Ni en Pinilla del Olmo, ni en el municipio de Baraona tenemos tele local, pero no por eso vamos a privarnos de imitar el éxito que tienen estos programas en las televisiones nacionales y locales. Aprovechamos un viaje y cuento cómo vive alguna de tantas y tantas personas que, siendo originarias de estas tierras y manteniendo lazos con ellas, tienen su vida funcionando en otros lugares, donde además reciben nuestra visita con alegría.
Aprovechando un viaje a las instituciones de la Unión Europea, el día 1 de octubre 2009 por la tarde tomo el tren en cualquier estación de la aglomeración de Bruselas (estaciones más bien cutres y oscuras si las comparamos con las estaciones de aquí), y voy camino de Lovaina la Nueva, a unos veintisiete kilómetros de la Grand Place. El tren tiene su final en "Louvain la Neuve", por lo cual no hay que preocuparse de pasarse de estación.

Precio del billete desde Bruselas: 4,80 euros. Ya sé que desde el tren, como desde las autopistas belgas, es dificil ver el paisaje porque está todo lleno de vegetación; así que voy leyendo el periódico. Me fijo en los puntos que me llaman la atención de la prensa belga, sobre todo al contrastar con lo que ocurre en España: La nuclear vuelve a tomar vida en Bélgica, decidiendo prolongar 10 años la vida de las que tienen en servicio; "La zona euro va a emerger de la recesión"; los hiper Carrefour que anuncian la oferta de la banana desde 1,09 el kilo a 0,69; y el resumen de las posibilidades de cada ciudad en la elección de sede olímpica de 2016. Me da tiempo hasta para hacer el Sudoku fácil, pues en la estación de Ottignies el tren se para inexplicablemente durante 20 minutos, convirtiendo el viaje en una hora, lo cual no es normal según oigo a otros viajeros.
Durante la fiesta de Pinilla en el mes de agosto conocí a Francisco, descendiente de Pinilla que tiene la vida en Bélgica. Como yo ya tenía prevista esta visita, le pedí su dirección. Por lo tanto sé donde voy pero llego sin avisar: el local se llama Fantasia, es de especialidades italianas y está en la Grand Rue número 62. Salgo de la estación del tren y para mi sorpresa, el primer cartel que diviso es el que señala la Grand Rue, y en el primer local que encuentro en la esquina tiene rotulada en sus cristales la palabra Fantasía.

Me recibe Barbara,la esposa de Francisco, mientras atiende al mismo tiempo a los numerosos clientes que hacen cola para tomar un gran vaso de la especialidad de la casa, la "Pasta Cornetto"; y empiezo a comprender el porqué de la especialidad italiana. No nos conocíamos porque ella no estuvo este año en la fiesta de la Virgen del Campo. Es italiana del Piemonte y me recibe con gran alegría cuando le digo que soy de Baraona, casi de Pinilla. Espero a que venga Francisco, que está de reparto con su furgoneta, mientras doy una vuelta a conocer la pequeña y especial ciudad de Lovaina la Nueva, que no es más que una universidad hecha ciudad, en medio del campo, resultante de la división de la tradicional Universidad Católica de Lovaina a raiz de los problemas linguísticos entre las dos comunidades que forman el Reino de los belgas. El ambiente de la calle es puramente estudiantil, entre ellos los estudiantes de Erasmus que ya saben que en "Fantasia" tienen un lugar acogedor donde pueden completar su dieta fuera de las fritas y los gofres belgas, y la cocina algo insípida que ha de completarse siempre con salsas. Incluso hay algún "erasmus" soriano que ya sabe donde acudir y donde le tratan como paisano. Los que trabajan en Fantasía dicen que su establecimiento es como una casa de acogida para los estudiantes italianos y españoles que llegan nuevos a la Universidad Católica de Lovaina la Nueva.

Francisco lleva viviendo allí mucho tiempo. No para de saludar a tanta gente que conoce por la calle. Me comenta que él fue el primero a introducir en Bélgica la "Pasta Cornetto", denominación que ahora se ha extendido por todo el país. Comentamos lo duro que tuvo que ser para sus padres los comienzos en los entonces lejanos lugares de una Bélgica de los años 60; y lo facil que es ahora ir, volver y comunicarse. Cada año, esta familia tan ocupada en su negocio, busca unos días de lo que se llama descanso en lugares lejanos, siendo Francisco un forofo de escalar altas cumbres, para lo que ha abandonado un poco su afición al buceo. Tampoco piensa faltar ningún año a la fiesta de Pinilla, como no suelen faltar a la visita de su pueblo italiano.

Me muestra la ciudad que existe debajo de la Nueva Lovaina, ya que las calles, los lugares de descarga de grandes camiones, y los aparcamientos son subterráneos, estando sobre ellos construídas las casas y las facultades universitarias. Louvain la Neuve presume hoy además de un nuevo museo dedicado al TinTin de los tebeos, que ocupa un lugar unido a la pequeña ciudad por un puente de madera. Hay tiempo para la extrañeza: el café se cierra a las seis de la tarde, y la venta de la Pasta Cornetto por ventanilla a las 8. Justo a la hora en que en España solemos salir a tomarnos algo para la merienda o cena. Yo no comprendo a estos belgas en sus horarios, ¿nos comprenderán ellos a nosotros?

La despedida es hasta la fiesta de Pinilla del Olmo el año próximo. La recepción y atención que me dispensaron fue admirable, así que cuando en esta vida tan movida y agitada de hoy día, los pasos nos conduzcan hacia el Sureste de Bruselas, no dudemos que en Lovaina la Nueva tenemos un lugar donde podremos reponer energías, recibir una estupenda atención y además nos sentiremos en familia.
Angel García.
Datos adicionales:
Horas de vuelo Madrid-Charleroi: 2 horas. Precio por Ryanair: 68 euros ida y vuelta.
Duración del viaje Charleroi aeropuerto a Bruselas: en tren aproximadamente 1 hora, 11 euros. En autobús, 45 minutos y 13 euros.
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